miércoles, 9 de abril de 2008

EL DEDO Y LA LUNA

Si yo o Antonio, Pedro, Juan o María insertan un texto incluyendo el nombre y apellidos del autor o del periódico que lo publica, qué más da saber quien lo inserta. ¿Es que tiene distinto valor? ¿Es que importan las intenciones del que lo inserta? ¿No es suficiente con que señale la luna? No vamos a ser como el tonto que se fija en el dedo. Si el dedo es de tono azul o nos lo parece, ya no sería lo mismo, si es tirando a rojo, eso es otra cosa, si el dedo está sucio, limpio, es monjil, o del diablo… Entiendo que lo que importa es el hecho que señala, hecho que trae su fuente, reitero. Otra cosa sería insertar un escrito o un comentario personal sin dar la cara. Ahora bien, si yo publico en el blog esto:

“Pueden prohibirme seguir mi camino, pueden intentar forzar mi voluntad. Pero no pueden impedirme que, en el fondo de mi alma, elija a una o a otra.”

(H. J. Ibsen. Dramaturgo noruego.)

¿Qué añade o quita a la belleza y hondura de la frase que la haya insertado el vehemente Miguel o Perico de los palotes?

Es mi punto de vista, creo que razonado.

Ah, y respecto a los pobres y la redistribución de la riqueza, propongo además de “colaborar con nuestra inteligencia todos los días” o “tratar de resolver algunos de los problemas”, rascarnos el bolsillo y contribuir al menos con el 2 por ciento de nuestro sueldo a proyectos solidarios como “Fundación Vicente Ferrer, Zapallal, etc.” Es un modo, creo, de hacer lo que se piensa.

Miguel F. Villegas

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