viernes, 23 de febrero de 2007

VISTA A LA IZQUIERDA, UNA VEZ MÁS


El comunismo ha sufrido un desastre,

pero los problemas que pretendió curar

siguen estando presentes.




Esa parece ser la conclusión a que llegan en su autocrítica la gente más lúcida de la izquierda.


Cómo se ha llegado a esto. Qué queda tras el desastre. ¿Son inútiles todos los esfuerzos, todos los sacrificios y las muertes para cambiar unas situaciones de injusticia inveterada? ¿Siguen teniendo sentido gestos como la actual revuelta zapatista en Méjico sin ninguna perspectiva de triunfar? ¿Sólo nos queda ser razonables, como nos aconsejan nuestros gobernantes, y seguir por la senda del capitalismo, el sistema que mejor crea riquezas y mejor las distribuye...? A dónde miramos para afrontar los problemas los que no estamos de acuerdo con el orden de cosas reinante.


La verdad es que atravesamos un momento en el que no resulta nada fácil tener las cosas claras. Hay una aceleración tal de los procesos sociales, políticos y económicos que si no nos espabilamos pasamos al olvido de la historia.


Ya no son los tiempos del fascismo cuando la izquierda estaba cargada de razones y fuerza moral.


Estamos en un proceso de deslegitimación moral de los ideales de sociedad que, de siempre, han caracterizado a la izquierda.


Hoy la derecha se levanta cada vez más segura y paladea el triunfo de su esquema económico. Nadie le discute la supremacía de la economía de mercado sobre la economía planificada. Aquélla ha sabido asumir elementos de la economía planificada y tornarse en economía mixta sin el trauma de ésta al hacer la operación contraria. Hoy pasa por moneda corriente considerar que la economía capitalista no sólo es la que mejor crea riqueza sino, lo que es más grave, la que mejor la reparte. El descrédito llega hasta la misma socialdemocracia de los países capitalistas.



Tampoco los ideales políticos de la democracia pueden considerarse patrimonio de la izquierda después del Gulag y el estalinismo, Berlín o Tiananmen. No es difícil reconocer que las democracias capitalistas, con todas sus limitaciones, han sido infinitamente menos opresivas que ningún régimen comunista cualesquiera que hayan sido sus logros.

Sin banderas, sin fórmulas económicas y políticas, qué nos queda, a dónde mirar...


Hay un algo positivo, se nos reconoce: todo aquello sirvió para que las democracias occidentales, no por principios sino por miedo, introdujeran las mejoras sociales que tienen: intervención del Estado en seguridad social y demás mecanismos encaminados a conjurar los efectos desestabilizadores de la pobreza como la política de salarios e impuestos tendentes a crear el llamado Estado del bienestar. Los hombres de izquierda serían como aquel personaje de Gabriel García Marquez veterano luchador de batallas siempre perdidas.


Pero no se trata de apuntarse siempre del lado de los perdedores sino del lado de los que hacen verdad y aman la justicia, de los que llevan en su cabeza y corazón un sentir y un pensar solidario, una visión del mundo en la que cabemos todos: pensándolo, haciéndolo y disfrutándolo.

Nos encontramos en la situación de aquel capitán que le ofrecían luchar bajo diversas banderas. Sin dudarlo un momento resolvió: más que la bandera me interesa la tropa.

Si nos hemos quedado sin bandera hay unos rasgos distintivos que hace inconfundibles a nuestros compañeros de lucha:


- De los humanistas y de los ilustrados hemos heredado el gusto por la razón que surge del diálogo. El talante del hombre de izquierdas es razonador y dialogante; da la cara ante sus responsabilidades, da razones de sus hechos si las tiene y si no reconoce su error y rectifica.



- De los románticos el ímpetu revolucionario, el gusto por la libertad, el amor a la vida y sus diversas manifestaciones a través de la historia. Apostar por la vida y la libertad es creer que las fuerzas vitales ( el conocimiento del mundo, el trabajo y el amor natural) son capaces de autorregularse naturalmente, que hay una decencia espontánea en el hombre que se da cuando desaparecen los moralismos y las presiones compulsivas, los autoritarismos y las relaciones de opresión.



- De los grandes maestros de la lucha obrera, la importancia del trabajo y la praxis para contrastar el alcance de nuestra verdad. Verdad, verdad es lo que se hace. Lo que se dice puede ser un lenguaje que oculta la mala conciencia, toda una ideología que usurpa los términos humanistas para enmascarar el propio afán de poder.




Resultan grotescos esos advenedizos del poder cuya praxis transformadora consiste en imponer formas de hablar; así esas feministas de pacotilla que hacen consistir todo su feminismo en corregir el lenguaje que han hecho nuestro pueblo, nuestros literatos y poetas e introducir los/las, os/as en todos los escritos oficiales; lo mismo esos tecnócratas de las reformas pedagógicas, "tecnopedagogos de la vaciedad, los diseñadores de ridículos planes, los arbitristas de complejísimos diagramas de papel donde peroran un discurso acartonado que no tiene nada que ver ni con la cultura, ni con los libros, ni con la vida." (Emilio Lledó).

Cualquier cosa menos dialogar con la gente en su propio lenguaje, promover su iniciativa e incardinarlos a los procesos de manera que se haga posible una auténtica autogestión.




Antonio Durán

Tomares 30 enero 1994

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y yo añadiría algo más que hemos aprendido y que a la izquierda le ha faltado pero creo que lo está aprendiendo:
el valor, la valentía y la generosidad incondicional de las personas que lo dan todo a cambio de nada y que yo solamente he visto en personas profundamente religiosas...
las aportaciones del movimiento ecologista que ha puesto el dedo en la llaga de que es la especie humana y la propia vida la que está en peligro...
las aportaciones del movimiento feminista que en su lucha por la igualdad en la diferencia ha puesto de de manifiesto las contradicciones e incoherencias entre lo público, lo privado y lo íntimo y que la igualdad de nuestra dignidad no es algo para tomérselo a risas...
Y en cuanto a lo que dices de lenguaje los/las... no podemos olvidar que gracias a las aportaciones del interaccionismo simbólico, hemos podido descubrir que el lenguaje configura y articula la realidad, la dota de sentido y signficado y por tanto la hace visible, de aquí la importancia de cambiar nuestro lenguaje de dominación y privilegio y cambiarlo por otro de justicia e igualdad, aunque obviamente tampoco hay que exagerarlo todo y llevarlo a los límites de lo ridículo...
Sigamos pues focodeando mirando siempre hacia la izquierda y hacia aquellos seres humanos que no tienen la suerte de vivir tan plácidamente como nosotros...
Juan Miguel Batalloso

FOCODE dijo...

MAGNIFICAS REFLEXIONES
Magníficas las reflexiones sobre la izquierda de Antonio y también las lúcidas puntualizaciones de Juan Miguel. Merecen un debate largo y sereno, lo que no resultará fácil, con el corazón abierto a la búsqueda de la verdad, que no es la misma de siempre, que, incluso, es cambiante, como la realidad, como los tiempos, como nosotros mismos.
Miguel F. Villegas