lunes, 2 de julio de 2007

Yo me confieso... a vosotros, hermanos

YO ME CONFIESO... A VOSOTROS, HERMANOS

Aquel trueno, vestido de nazareno...

Voy a intentar hacer algo diferente a lo que suelo hacer aquí: querría abrir un diálogo sobre un aspecto de lo que estoy ahora intentando aprender, referido a algo que siempre nos ha interesado a FOCODE bastante: los valores, siempre en discusión, ahora en evolución.

Sé que estas palabras nos pueden enfrentar más (si es que alguien las lee), pero mi intención os aseguro que es la contraria.

Para no perderme en disquisiciones metafísicas, me quiero referir a estos tres años últimos, desde que tenemos nuevo gobierno. Ya se me ve el plumero, ¿no? He dado muchos tumbos en las últimas seis décadas, y ya quiero aceptar mis cambios, que además de impredecibles son imparables, y os voy comentar uno, sin entrar en la objetividad suprema, la eternidad de los valores...

¿Qué he aprendido en estos tres años de los “valores de la derecha”, de nuestra (para mí) cavernícola derecha?¿Tiene hoy algunos valores diferentes a los exhibidos por el Franquismo y la jerarquía católica en otros tiempos?

No he sabido verlos, creo que el peor crimen que hicieron las derechas (el que les interesaba hacer) fue el de desterrar para décadas los valores republicanos, y sustituirlos por los suyos que se resumen en gobernar de espaldas al pueblo, abrazándose al ejército dueño de las armas, a los más reaccionarios obispos dueños de las conciencias y de Dios, a los dueños de las tierras, y a los dueños de los medios de comunicación afectos a ellos mismos; y todo ello envolviéndose en un falso autoritarismo, durante mucho tiempo despiadado, después oculto en la mentira.

Esto yo sé que a algún/a compañero/a le suena a maniqueísmo infantil, pero debo ser definitivamente así , pues así lo veo, hoy aquí; espero vuestras convicciones y tal vez algún día cambie.

En cambio, en el deambular de este gobierno he visto con asombro una serie de valores que no estaban en mi tradición, ni religiosa ni laica, y que tengo que reconocer que son de izquierdas, que me gustan, y que con esta “confesión” lo que quiero es incorporármelos, en la medida que yo pueda: me confieso a vosotros, hermanos, para que habléis conmigo...

Para ir sin tapujos, confieso que soy “zapatista”, lo que no quiere decir defensor de su política, aciertos o errores, ni de su partido, ni siquiera me identifico con su ideología; pero reconozco valores que creo que son profundamente democráticos.
En primer lugar el valor, la valentía de defender sus ideas sin tabúes: yo a menudo me escudo en mi ideología más que en mis convicciones y hasta a veces digo lo que digo dependiendo de quién esté delante, de con quién pueda hacer “alianzas”.
En segundo lugar, la consideración de la igualdad como una prioridad, el respeto a lo que tenemos igual todas las personas que es el ser ciudadanos, independientemente de sexo, nacionalidad, clase, religión, ideología: a mí desde luego me falta mucha reflexión y convicción para aceptar esa igualdad de seres humanos: con mi compañera, familiares, y según con qué gente me rodee.
En tercer lugar, y como consecuencia de esas valentía e igualdad, la defensa de la separación Estado-Iglesia, que yo ya casi había olvidado y de la que cada día soy más partidario.
En cuarto lugar, la creencia en el valor de la palabra, del respeto a la verdad, otro valor que se había perdido desde los intelectuales republicanos de izquierda, y que vuelve a empezar a florecer, aunque ahora en determinados periodistas más que en “intelectuales”; a mí me causa alegría y respeto esta creencia y sé que tengo muchísimo que aprender de ella, yo hombre siempre de banderías...
En quinto lugar, esa independencia de criterio que demostró desde la primera orden que dio, unido a ese equilibrismo y diálogo diario entre presiones de los extremos, de los diferentes actores sociales... deja a la altura de las zapatillas mi talibanismo militante.
Y finalmente, sin el talante que está demostrando este gobierno frente a los insultos y la mala sangre de no pocos responsables políticos y periodistas de ultraderecha, estoy convencido que ni se hubiera avanzado tanto socialmente, ni se podría hoy hablar libremente: ya estarían los militares en la calle.
El decir la verdad y la valentía de afrontar los problemas, dos valores bastante ajenos a nuestra cultura pública, están creando un nuevo concepto de ciudadano alejado del tradicional pesimista impenitente con todo lo español, que ahora también se demuestra que era otra herencia más del franquismo.
Y me alegro además porque esta caballerosidad (más allá de errores que todos cometemos) que me enseñó mi padre pero que yo había olvidado no pocas veces, me la ha venido a recordar este socialista y su gobierno en una de las legislaturas más canallas de la derecha, cuyos valores se circunscriben, por lo visto, a ir a misa a que los vean.


Manolo Bordallo, 25-III-07

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