jueves, 27 de marzo de 2008

Para Antonio.
(De Beltrán Rodríguez, más o menos).

Yo pensaba: ¡Dios (o con minúscula, da igual) qué bien se está aquí!. Todo perfecto: vistas a lo eterno, alimento perpetuo, periscopio en funcionamiento constante para detectar cualquier anomalía, si lo sé llego antes anticipándome en la carrera, qué ambiente, qué movida, qué buen rollo, sonrisa tras sonrisa, pan con aceite y azúcar, aire que respirar sin contaminar, clima estable sin "cambio climático", ojos que todo lo ven sin que nadie te vea, galletas, chocolate, pan con dulce ("¡sí, mamá"!), vivir sin memoria, poder resistir sin el rumor de los pájaros, sonidos de aguas que vienen y van, yo contigo y sin ti...

Pero... un día cometí el error: nací.

Y aquí estoy: leyendo el cuento del pavo y la navidad.

Y así me va.

Carlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UNO.- Pues gracias al error que dice haber cometido el personaje del cuento escrito por Beltrán Rodríguez pudo él mismo escribirlo. En cualquier caso él no era responsable de ese error.
DOS.- De tanto predicar el optimismo ingenuo o la idílica idiotez pues bienvenidos sean los errores basados el existencialismo pertinaz y en una especie de materialismo dialéctico del sinsentido, no obstante, estos últimos conducen generalmente al victimismo y al pesimismo.
TRES.- Sobre estos temas, léase a Pascal Brukcner en "La tentación de la inocencia" y "La euforia perpetua".
Y CUATRO.- ¿Nos podemos ver para tomar algo y darnos mutuamente algunos abrazos? Pues eso.
Con mucho cariño para Carlos y Antonio.
Juan Miguel Batalloso