domingo, 18 de noviembre de 2007

LAICISMO

LAICISMO

CUESTIONES PREVIAS SOBRE EL TEMA:

  1. Laico o confesional, ¿qué más da?
  2. El laicismo,

¿una moda, una vuelta al pasado, una exigencia de la nueva realidad social?

  1. Relación entre laicismo y relativismo.
  2. Relación laicismo – fundamentalismo.
  3. Qué consideras lo más urgente para la convivencia en la sociedad global: Humanismo, religión, tolerancia, sólidos principios, pluralismo, respeto a la diversidad, interculturalidad, libertad de conciencia, igualdad de género... (Poner por orden de importancia y añadir lo que se crea aún más urgente).

PARA LEER SOBRE LO MISMO

SAVATER, F. Laicismo: cinco tesis. Este artículo y más se puede encontrar en Google, laicismo.

A. TOURAINE, Falsos multiculturalismos.

SLOTERDIJK, En el mismo barco. Ed. Siruela. Madrid. 1994.

Emilio LLEDÓ, Elogio de la infelicidad. Ed. Cuatro. 2005.

FRANCOVICH, Guillermo, Los ídolos de Bacon. Ed. Juventud. La Paz. 1974.

LIPOVETSKY, La era del vacío. Anagrama. 1986.

(Tampoco hace falta leerlo todo).

ALGUNAS PRECISIONES

  1. Noción

El laicismo es una forma de entender la convivencia en las sociedades democráticas, basadas en la soberanía de los individuos y del pueblo.

Se da cuando las normas que rigen esa convivencia vienen dadas por los poderes establecidos democráticamente sin sometimiento a instancias superiores ni dogmas absolutos.

La sociedad se inventa a sí misma siguiendo acuerdos de la razón, respetando las creencias pero con las restricciones necesarias para que a nadie se le impida ejercer su libertad.

2. Origen

- Enlaza con la tradición griega. A diferencia de las demás culturas contemporáneas (Egipto, India, Mesopotamia y su heredera la judía), cuyas leyes se consideran de origen divino, ellos inician una forma de pensar el mundo desde la experiencia concreta con todo lo que ésta tiene de discutible y terrenal. Sus pautas de comportamiento provienen de poetas como Homero, Hesíodo, Esquilo ... y no de ninguna divinidad. Según E. Lledó, Grecia proyectó su forma de ver el mundo desde el más acá de los hombres e inició una globalización no desde la ignorancia y la codicia sino desde la inteligencia y la verdad compartida. (L. c. Pág. 119)

- Pero el laicismo en sentido moderno nace del antropocentrismo del Renacimiento y del libre pensamiento de la Ilustración con su proclamación de la mayoría de edad del hombre: “Atrévete a pensar”. [1]

- En la actualidad ni estamos tan seguros de que el hombre sea el centro del universo ni artífice de su historia ni que nuestra razón tecnológica y su exaltación del sujeto individual sean el mejor criterio para convivir. Estamos curados de espanto, de la fiebre de verdades absolutas, o al menos convalecientes.

Sin verdades, sin sujetos, sin mucha fe en ese mundo de la técnica que hemos construido con nuestra razón, ¿qué nos queda?, ¿a qué agarrarnos?

Sólo tenemos la comunicación y sus herramientas: el lenguaje, las tradiciones, la cultura. Y sabiendo que estas tanto ocultan como manifiestan lo que nos importa de las cosas sólo queda el diálogo y la búsqueda conjunta según aquello de A. Machado:

¿Tu verdad? No, la Verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela. [2]

  1. La Iglesia

Cuando el hombre sale de la horda primitiva y pasa a formar los asentamientos que conlleva la cultura agraria, [3] poco a poco surgen los reinos y los imperios, se empieza a pensar a lo grande; el mundo se globaliza pero persiste el esquema monárquico: siempre un centro, un principio dominador, un dios supremo. Aquí sólo se sienten en casa los príncipes y ministros, los sacerdotes y escribas y la burguesía de la capital. La periferia, como siempre, paga costes sin obtener beneficios y, naturalmente, se rebela.

Así surge el cristianismo en la periferia del imperio, un reducto de constante resistencia, y se extiende como fermento crítico por todo el Mediterráneo.

La Iglesia surge como un antiimperio dentro del imperio; pero a la larga copia al imperio hasta llegar a nuestros días como la única institución en que permanecen los principios de la política monárquica clásica.

Este tipo de política genera dos tipos de hombre:

- los selectos, servidores de lo absoluto, de lo grande, que interiorizan al estado y se entregan hasta el celibato por la causa;

- y la masa para las cosas más rudas.

En el lenguaje eclesiástico son clérigos y laicos, con sus diversos menesteres (de clerecía, de juglaría...) [4]

Naturalmente cuando se enfrentan distintos absolutos de distintas totalidades, la única salida es la guerra. Ya lo dijo el humanista Erasmo: Toda afirmación categórica es una declaración de guerra.

Con la Postmodernidad, época después de dios y los imperios clásicos, con 6,000 millones de hombres sin tarea común, unidos solamente por los Derechos humanos, nos encontramos con el miedo a salir de las últimas totalidades, los estados nacionales o las iglesias hacia la sociedad global. Surgen las viejas identidades, conservadurismos, limpiezas étnicas...

Entonces sólo la cultura une a las superhordas, afina los tonos que posibilitan las sintonías, dirá Sloterdijk, construye sobre las superestructuras anteriores.

Ciertamente los hombres sólo pueden integrarse en pequeñas unidades: villa, salón, colonia, comuna, convento...

Pero sólo la cultura puede integrar las diversas formas de pertenencia.

  1. Laicismo y relativismo

Cabe preguntarse ¿Se piensa desde situación? ¿La verdad es concreta, histórica y de clase?

Si esto es así hay montones de verdades. [5] “Cada meridiano tiene su verdad” (Pascal).

Cada cultura es hermética para las otras, incomprendida o a lo más parodiada sin comprender como piensa Spengler que hacen asiáticos y americanos con la europea.

Si partimos del antagonismo de las diversas culturas, países y clases se llega a la criminalización del otro.

Sin llegar a estos extremos hay que admitir que las ideas no se comprenden sin el contexto ambiental y social en que surgen. Todo grupo humano tiene una sensibilidad y una experiencia que se refleja en su cultura.

Por otra parte las culturas cambian con las generaciones y en función de los cambios económicos y políticos, desde la visión mágica y antropomórfica de las culturas primitivas hasta la visión mecanicista de la era industrial o la visión de un mundo en red de nuestra era.

Está claro que el pensamiento hoy se nos presenta como un instrumento

- al servicio de la rentabilidad, de la permanencia en el poder de los grupos dominantes que tanto temen al futuro;

- de crítica contra los dogmas que mantienen el estado de cosas presente y apertura confiada al futuro.

Hoy la mística de la técnica como solución a todos nuestros problemas nos resulta cada vez menos convincente.

Hay un retorno al pasado a los mitos de la raza, de las antiguas culturas, a las religiones, como reacción a situaciones políticas y sociales de insatisfacción. Hay una búsqueda de sentido al universo acorde con los sentimientos, con la lógica del corazón. El éxito de ciertas comunidades religiosas se debe a que tratan de dar respuesta a estas exigencias que escapan a la fría razón.

La razón es siempre un elemento perturbador, destruye ilusiones, analiza y simplifica la complejidad. Nos es útil para la transformación de la realidad, para no darse de narices contra las leyes de la naturaleza que no se pliegan a nuestros sortilegios, aunque también es cada vez más consciente de sus límites frente a lo complejo, los fines últimos y los factores irracionales que dominan nuestro pensamiento. A veces a los científicos les pasa como a la iglesia: tras sus inicios como crítica a los dogmas de aquella acaban copiando su proceder dogmático.

Dicho esto, lo que procede, una cura de adelgazamiento de nuestras seguridades, un sometimiento al contraste del diálogo, una convivencia de creencias en el marco de la laicidad. Convalecientes de la fiebre metafísica del pasado “gozar de buen temperamento sin el tono regañón y gruñón, las notas características de los perros y de los hombres envejecidos en la sujeción”. [6]

4. Laicismo y fundamentalismo

Una sociedad laica no excluye ni persigue creencias de ningún tipo sino más bien al contrario, las proteje unas frente a las otras. Tenemos múltiples experiencias de guerras religiosas.

El gran problema del mundo globalizado es cómo convivir las diversas culturas. Vivimos la experiencia inversa a la Torre de Babel, hoy parece que el castigo más que la dispersión es la reunificación.

El gran fallo es el monoculturalismo: dominio de una cultura con exclusión de las demás. Sea un monoculturalismo dominante: las culturas de los grandes países que amenazan con su despliegue de medios a las culturas de grupos minoritarios; sea uno defensivo: los grupos minoritarios que ante el dominio económico y cultural de los grandes países defienden su propia identidad con exclusión de todo lo extraño al propio grupo.

Sólo un sistema multicultural estable podrá garantizar la convivencia: La única sociedad multicultural estable que conocemos es el Estado laico democrático: sistema político basado en:

- el pluralismo y la libertad de pensamiento, expresión, asociación y de voto,

- una determinada racionalidad económica y

- el laicismo que marca el rumbo de la sociedad desde el Estado.

Un pluralismo constructivo

no es la fragmentación de la sociedad en grupos cerrados ligados sólo por el mercado,

sino la combinación de una unidad social y una pluralidad cultural unidas por intercambios y comunicaciones entre los diferentes grupos culturales.

Una economia acorde con la racionalidad actual: una economia social de mercado. Ni economia planificada ni liberalismo sin trabas. El mercado es sólo un medio para lograr los fines que marca la sociedad en general desde sus instituciones, desde su cultura. Es tarea fundamental de la sociedad civil y la cultura el luchar contra la homogeneizacion mercantil del mundo.

El laicismo supone que en el desarrollo de las normas de convivencia y de la cultura han de participar todos los componentes de la sociedad civil.

- Toda comunidad étnica, nacional o religiosa tiene derecho a organizarse de forma autónoma e imponer normas a sus miembros siempre que estas normas

- sean libremente aceptadas,

- no sean consideradas por la mayoría como contrarias a los derechos fundamentales, o sea, a los derechos humanos.

El problema que este sistema plantea en la actualidad radica en que la sociedad se va estructurando en base a una racionalidad solamente técnica y olvida el sentimiento y lo privado, se globaliza la economía desconectada de la vida política y la cultura.

Hay una contradicción entre el mundo de los intercambios económicos en el que todos participamos como productores y consumidores y los diversos mundos culturales que sólo comparten grupos reducidos.

Esto da lugar a que las culturas amenazadas se atrincheren en sus tradiciones e identidades y surjan movimientos nacionalistas, étnicos, feminista y minorías sexuales.

El interculturalismo supone:

- por parte de las culturas el reconocimiento del valor de las demás;

- por parte de los Estados:

. garantizar los derechos de las diferentes culturas,

. reconocer su parentesco como distintos esfuerzos por crear sentido a la vida, por organizar la experiencia humana, por crear valores universales.

Sólo esto último hace posible la comunicación entre las diversas culturas; y esto sólo se garantiza en el estado laico y democrático.

Antonio Durán



[1] Así para Espinosa el estado no es la expresión de unos principios sagrados absolutos, sino un medio de convivencia, en que se equilibran instintos y razón.

Y el derecho, no es algo dado, universal, sino el conjunto de restricciones que necesitamos para el ejercicio de las libertades de todos. Y el derecho fundamental es la libertad de conciencia que exige la laicidad del estado: que respete las creencias privadas y controle las manifestaciones externas para evitar todo fanatismo y garantice la libertad de todos. (MOREAU, Joseph, Spinoza et le spinozisme. Presses universitaires de France. 1971.Págs. 19-21).

[2] Proverbios y cantares. LXXXV.

[3] Seguimos a SLOTERDIJK, En el mismo barco. Siruela. 1994.

[4] Kleros significa suerte o lote en la herencia; laos pueblo, tropa, multitud.

[5] FRANCOVICH, G. Los ídolos de Bacon. Ed. Juventud. La Paz. Bolivia. 1974. Pág. 77 ss.

[6] Humano demasiado humano. & 34.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades, Sr. Presidente por su trabajo, tanto por el contenido como por haber conseguido "entrar" en el Blog.
Pero ¿No le parece a usted que el texto es demasiado largo para un Blog?
En cualquier caso "el que quiera saber que vaya a Santander"
Hoy el que no aprende es porque no quiere... digo yo...
Besitos
Juan Miguel